La publicidad es la "bendición" con la que los productos desconocidos pueden llegar a aquellos usuarios que aún sin saberlo los buscan, así como para asentar la imagen y la familiaridad entrañable con que otros nos siguen aportando cosas en el día a día.
Sin embargo, no hay que olvidar que la publicidad es también un arma de doble filo. El poder que tiene como constructor de la identidad cultural, el modus operandi de las sociedades y los parámetros de lo que está bien y lo que está mal, hacen que se convierta en un campo de batalla en el que muchas veces se cruzan líneas claramente peligrosas.
Supongo que hoy en día encontraremos gente con edad y madurez para haber desarrollado un pensamiento crítico suficiente como para forjarse una opinión fundamentada de la vida, de las normas sociales y morales y lo que está bien y mal, por supuesto también aplicado a la publicidad. Vosotros, jóvenes adolescentes en plena construcción de vuestra personalidad estáis sumergidos en este proceso más que nadie, y por eso considero importante que os obliguéis continuamente a analizar, a observar, a reflexionar, a posicionaros, a replantearos las cosas y, sobre todo, a ser críticos con todo, especialmente (y más hoy en día) con la publicidad.
Mi intención no es ni mucho menos obligar a pensar a nadie como pienso yo. Me limitaré a dejaros esta noticia, esperando que reflexionéis sobre qué os parece, sobre qué finalidad persigue, qué línea rebasa, si el fin justifica los medios, si el trato que se hace de una mujer en esta campaña es ofensivo u os parece oportuno y justificado, y si la intención de aumentar las ventas legitimiza el intento de normalización de este tipo de visiones objetualizadoras de la mujer.
Al final, sin querer, me temo que os he dejado entrever cuál es mi opinión al respecto.
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